El mundo de la grifería está lleno de pequeños detalles y matices que hacen a los usuarios decantarse por unos modelos concretos en vez de por otros. Por ejemplo, los grifos de rosca son rivales de los monomandos, toda vez que cada uno posee unas características muy marcadas. Como no podía ser de otra forma, es importante conocer bien cada tipo de grifo, porque ello orientará las tareas de mantenimiento que les demos, así como las potenciales maniobras de reparación que tengamos que afrontar en un momento dado.
Los grifos monomandos poseen una serie de virtudes que los diferencian de otros tipos de aparatos con funciones similares. En ellos es más fácil y cómodo llevar a cabo la regulación del caudal, ya que cuentan con un par de discos cerámicos que pueden permitir el paso del agua y controlar la cantidad que va cayendo. Esto es fundamental para no despilfarrar agua de manera innecesaria; si vemos que el flujo que sale es desmesurado e innecesario, siempre podemos corregirlo con un simple gesto.
Otra característica de los grifos monomandos es que favorecen que se consiga la temperatura que se anda buscando en el agua con mucha diligencia. Basta con una maneta y con ágil giro para poder regular la graduación del agua; esto supone dar un paso más allá de los grifos tradicionales, más lentos y engorrosos a la hora de manipularlos.
Tampoco podemos dejar pasar por alto que los monomandos suelen mostrar unos diseños vanguardistas y modernos. Encontramos muchos modelos de este tipo de grifo que son elegantes, cuidados y con acabados del todo estéticos. Son ideales para dar un enfoque más personal a la decoración del cuarto de baño o de la cocina, ya que pueden combinarse con otros elementos sin quitarles un ápice de protagonismo.
No podemos obviar que los monomandos son muy fáciles de encender y usar, pues se sustentan en el simplísimo funcionamiento de una maneta. Pueden hacer uso de ellos desde los más pequeños de la casa hasta los más ancianos, pasando por personas con problemas de motricidad. Otra de sus virtudes reside en el mayor ahorro de agua que favorece; con ellos es posible ir ajustando y midiendo mucho mejor el gasto de agua del que precisamos en cada momento.
Y es que los monomandos ofrecen ventajas incuestionables. Bastará con tocar ligeramente la maneta para darnos cuenta de a qué temperatura va a salir el abra cuando abramos. También es posible disfrutar de un agua templada cuando la maneta quede en una posición central e intermedia. Controlaremos a la perfección el nivel de agua caliente que queremos, por lo que la seguridad será mucho mayor; sólo hará falta girar la maneta a la derecha tanto como necesitemos, de modo que no nos sorprenderá un agua hirviendo y propensa a hacernos quemaduras en la piel.
Los grifos monomandos tienen por lo general una mayor vida útil que los grifos de rosca, ya que cuentan con discos de cerámica, los cuales tienen una durabilidad más alta que las piezas de los grifos tradicionales. A continuación intentaremos someter a refutación algunas características de los monomandos en relación con los grifos más tradicionales.
Es cierto que los monomandos son más cómodos, sofisticados y modernos que los grifos de rosca, pero no todo el balance a la hora de compararlos es positivo para los primeros. No hay que olvidar que, por lo general, los grifos monomandos suelen abrirse casi al cien por cien del extremo de la manilla, lo cual supone tirar de un caudal innecesario y excesivo; en los de rosca, el agua que salga dependerá de las vueltas, algo que no tenemos la misma tentación de llevar a cabo.
Con los grifos de rosca tenemos muy claro que o queremos agua fría o caliente; no activaremos el termo o la caldera cuando sepamos que no son necesarias. Esto es importante y una ventaja, ya que en los monomandos a veces abrimos por la mitad cuando necesitamos sólo agua fría, de modo que acabamos activando la caldera, con el consumo y el gasto que ello conlleva.
En lo que se refiere al mantenimiento, quizá sea más fácil y práctico el de los monomandos que el de los de rosca, ya que en ellos sólo hará falta llevar a cabo una limpieza regular y cambiar el cartucho cerámico cuando se estropee. El hecho de que los de rosca sean dos, teniéndolo además que girarlos en el día a día, multiplica las opciones de sufrir a medio o largo plazo averías.
Y es que en los grifos de rosca suele ser habitual que, pasado un tiempo más o menos dilatado, la junta de goma que evita el paso de agua acabe fallando, de manera que el grifo empezará a perder agua y a sumirse en un molesto e incesante goteo que habrá que corregir sí o sí.
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